La Tortuga tinglar, una obra de la naturaleza.


La tortuga laúd, canal, canaá, cana, cardón, baula o tinglar en la República Dominicana (Dermochelys coriacea) es una especie de reptil de la familia Dermochelyidae. Es la mayor de todas las tortugas marinas, alcanzando una longitud de 2,3 metros y un peso de más de 600 kilos. Un individuo macho llegó a pesar 916 kilos, aunque las tortugas de este tamaño son raras. Se encuentra en todos los mares tropicales o subtropicales y es la única especie de su familia, es decir que es única en su especie.


La tortuga laúd es la mayor de todas las tortugas actuales y muy diferente del resto, tanto en su apariencia como en su fisiología. El caparazón puede llegar a superar los dos metros, es de tipo mosaico y presenta un total de siete quillas en el dorso y el vientre. Esta concha no está formada por escudos óseos, sino que está hecha de tejido conectivo blando (de ahí el nombre de tortuga de cuero que se le da a veces). En el caparazón no se observa el peto ni el afilado borde lateral, solo una suave curva que da una apariencia semicilíndrica al animal. Esta forma, que recuerda vagamente al instrumento musical, es la que le ha dado el nombre de tortuga laúd.

Alimentación:
Las tortugas laúd subsisten gracias a una dieta de medusas. Debido a la naturaleza transparente de sus presas, las tortugas laúd a menudo se asfixian comiendo trozos de plástico a la deriva. Se han encontrado ejemplares muertos con bolsas de plástico, piezas de plástico duro e hilo de pescar en el estómago.

Esta especie hace viajes de miles de kilómetros y se alimenta principalmente de medusas. Se orientan con la ayuda del campo magnético. Esta tortuga abandona cada año las aguas tropicales para ir a las aguas polares siguiendo la corriente del Golfo. Puede sumergirse largo tiempo gracias en parte a la extracción del oxígeno del agua con sus largas papilas situadas en la garganta y a la recuperación de oxígeno disuelto en algunos de sus tejidos.

Reproducción:

Las tortugas laúd se aparean en el mar. Los machos nunca abandonan el agua una vez que entran en ella como crías. Las hembras se aparean cada tres o cuatro años, volviendo a las playas donde ellas mismas nacieron para depositar sus huevos. Una hembra puede dejar hasta cien huevos en cada deposición. El intervalo entre una puesta y la siguiente es de unos nueve días. El primer apareamiento se produce después de que la tortuga haya cumplido diez años.

Habitad:

En los meses de verano, las tortugas laúd son más comunes en la zona que va desde el golfo de Maine al norte hasta Florida en el sur. Han sido observadas también al norte del golfo de San Lorenzo, en Canadá. Las tortugas laúd del océano Pacífico son más vistas a menudo en las islas Hawái, donde se sabe que se congregan al norte del archipiélago. Cuando se aproxima el invierno se dirigen al sur, al mar Caribe y las zonas costeras de América del Sur y África, donde se encuentran con las tortugas procedentes de Europa. En este último lugar, gracias a la corriente del Golfo, se aventuran aún más al norte durante los meses veraniegos, y han llegado a ser vistas de forma esporádica frente a las costas de Noruega y en el mar Báltico. Las poblaciones del este de Asia emigran hacia las costas de Indonesia y Australia y el océano Índico. Gracias a recapturas, se conoce que esta especie de tortuga realiza migraciones transoceánicas, por ejemplo individuos marcados en Gabón, África, han sido recapturados en aguas del océano Atlántico sudoccidental

Amenazas:

En Estados Unidos, la tortuga laúd ha sido clasificada como en peligro a lo largo de toda su distribución desde 1970. Se le ha incluido también en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES). Esto hace que sea ilegal herir o matar las tortugas.

Las tortugas laúd adultas son grandes animales, no particularmente vulnerables a los depredadores. Los huevos y las crías recién nacidas, en cambio, son las que corren más peligro de todas. Aves, perros y otros depredadores oportunistas han sido vistos excavando nidos y consumiendo huevos. Las crías son también vulnerables en el trayecto desde el nido hasta el mar. Una vez que entran en el agua se convierten en presas de muchos nuevos depredadores y muy pocas sobreviven hasta la edad adulta.

La actividad humana amenaza a las tortugas laúd de muchas maneras. Creyéndolos olvidados, los huevos son recogidos por la gente en las islas circundantes y probablemente en otros lugares. La remodelación de las playas puede perturbar o destruir el particular tipo de hábitat que las tortugas de cuero necesitan para anidar, y las luces de las ciudades pueden causar que las crías se alejen del mar en lugar de ir hacia él. El uso humano de las playas puede destruir nidos y puestas o enterrar huevos a demasiada profundidad para que las crías puedan emerger.

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